viernes, 4 de marzo de 2016

Frustraciones y otras yerbas

"Sin frustración no descubrirá que usted podría ser capaz de hacer algo por su cuenta. Crecemos a través del conflicto". Estas sabias palabras de Bruce Lee son aplicables a cualquier disciplina o arte que queramos desarrollar, y por ende también al canto.

"No puedo cantar."
Si sos una de esos estudiantes que ha pasado por algún que otro profesor o escuela de canto, quizás te haya tocado vivir una experiencia frustrante. ¿Es eso algo malo? ¡No! Para nada. La frustración es parte del aprendizaje. Lo "malo" sería que, con voluntad y práctica, nos repusiéramos de los tropezones pero no mejoráramos nunca.

Pero si tenemos la paciencia y la constancia suficientes y estamos encarando el estudio con la técnica vocal adecuada, veremos que eso que no nos salía en realidad no era tan difícil. Lo difícil, en realidad, es sobreponerse a las propias limitaciones personales ("no me va a salir", "no tengo talento", "no sirvo para esto" y muchas otras frases más que los estudiantes no vacilan en decir).

Un ejemplo: un alumno está luchando con un ejercicio que no le sale. La primera vez no lo comprende; a la siguiente clase lo entiende, pero no puede aplicar ese conocimiento en su propio canto; la tercera lo intenta pero tiene éxito sólo unos pocos segundos (la voz sale perfecta unos momentos) y luego vuelve al punto anterior. A la semana siguiente no va a clase, porque considera que si le resulta tan difícil y se requiere tanto esfuerzo, "debe ser" porque él no sirve para cantar. Quizás con esta actitud está cortando un proceso de maduración (cosa que el docente ya sabe pero el alumno no), y a la siguiente semana, si hubiera asistido a la clase, le habría salido bien el ejercicio y habría salido del "pozo" frustrante. (Y olvida, por cierto, que aquel cantante al cual admira alguna vez pasó por eso mismo, pero no por eso dejó de probar. ¡Alguna vez, ese cantante que nos gusta también fue principiante!)

El camino del aprendizaje está lleno de estas idas y vueltas. El secreto no es evitarlas, sino comprender que eso es precisamente lo más lindo de aprender.

¿Por qué no me gusta mi voz grabada?

En primer lugar, porque las grabaciones que usamos de referencia están hechas con artefactos de baja calidad y demás, que deforman cortando parte de los armónicos (multiplicación de las vibraciones) para dejarnos una voz irreconocible en serio.

Pero además, debemos tener en cuenta que una cosa es cómo nos escuchamos, y otra muy distinta es cómo nos escuchan los otros. Porque cuando hablamos, nos escuchamos principalmente por vía ósea (la resonancia del sonido en nuestros propios huesos), mientras que cuando escuchamos a otro lo hacemos por vía aérea, en enorme medida.

¡A los hechos, entonces! Hagamos un ejercicio sencillo:

Nos tapamos los oídos y decimos algo (cualquier cosa: "hola", por ejemplo). Lo repetimos varias veces. ¿No escuchamos como un sonido sucio, como un ruido molesto, que se superpone a nuestra "voz"? Pues bien, esa es la resonancia interna. [Si no logramos escucharlo, ¡a no preocuparse! Las resonancias en personas sin estudios de técnica vocal son desparejas y la actividad de emisión de sonido está concentrada casi en su totalidad en la garganta (laringe).]

La clave está en aprender a escucharse. Saber guiarse por el rebote de la voz en las paredes, y también por las sensaciones (¿dónde siento vibración? ¿Está bien que sea así?).

Con estudio y práctica consciente se logra identificar cuándo estamos emitiendo bien el sonido, y ya sabremos de antemano cómo va a sonar. De esa forma ya no nos molestará ese sonido "feo", esas vibraciones multiplicadas que escuchamos por dentro, porque sabemos que es el lado "B" de un sonido que afuera es rico en colores y cuerpo.