Sabemos que hay maestros de Canto con buena
intención pero poca técnica. Que algunos pueden ser notables artistas pero
pésimos con las explicaciones… Los conceptos anatómicos, los movimientos que no
siempre entendemos. Y en el medio, uno y sus ganas de cantar. ¿Cómo sé si lo
que me están enseñando está bien?
La mejor manera de estar
seguro de nuestro aprendizaje es tomar las riendas, ser nuestro propio
maestro. Esto no quiere decir no buscar una guía o cuestionar
constantemente las enseñanzas que recibimos, pero sí hacernos responsables de
entender el funcionamiento de las cosas y de registrar principalmente la
comodidad de nuestras gargantas.
Un ejemplo: a veces puede
parecer que una técnica no es buena porque nos resulta complicada de entender,
dentro de nuestro paradigma personal. Entonces, deberíamos preguntarnos si nos
relaja la garganta o si, por el contrario, además de ser complicada no logra
que dejemos de sentir presiones o incomodidades en la zona. Otras veces, una
técnica que “nos queda cómoda” puede hacernos doler la garganta o incluso
llevarnos a tener problemas vocales.
Lo importante es
discriminar qué tipo de incomodidad estamos sintiendo. ¿Es “espiritual” (por
frustraciones o expectativas que tardan en cumplirse o por el esfuerzo nuevo
que debemos hacer con el cuerpo, que puede cansarnos o darnos fiaca)? Si
ese es el caso, sería bueno trabajar internamente para superarlas, si realmente
queremos cantar mejor. Ahora, si la incomodidad es de la garganta y no
mejora con las clases, tenemos una prueba contundente de que esa técnica o ese
docente no funcionan para nosotros.
.