Porque quizás
llegar a la nota que tienen que cantar sea tan importante que inconscientemente
van a hacer lo que sea para lograrlo, aun si con eso generan un sonido feo, aprietan
la garganta o hacen uso de cualquier otra “muleta técnica”.
Muchos
estudiantes y cantantes profesionales tienen este problema: están acostumbrados
a cantar afinando con determinadas “posiciones” de la garanta, por lo cual no
les resulta sencillo relajarla. Cuando lo hacen, lo primero que notan es que la
afinación se descontrola y esto los hace volver a apretar, por las dudas.
Si dejamos que la
garganta se relaje, entonces el cuerpo es el que va a suplir el esfuerzo para
llegar a la nota. Probablemente, si los músculos encargados de sostener e
impulsar el sonido no están lo suficientemente tonificados, la nota salga
desafinada. Para muchos esto es un inconveniente grave, pues no pueden nunca
lograr desarticular las tensiones de la laringe al estar tan pendientes de una
afinación precisa. La contracara es que a la larga, esta afinación va a dejar
de ser precisa porque la laringe no está preparada para afinar de forma
perfecta. Y aun si se encargara de forma exclusiva de la afinación, al sonido
le faltarían las resonancias para que el resultado sea completamente afinado.
Por eso, en esos
casos es preferible hacer un esfuerzo por dejar de lado la obsesión por un
momento y concentrarse en entrenarse para que el cuerpo sea el que afine, y no
la garganta. El resultado será un sonido mejor afinado, y más bello.