viernes, 28 de junio de 2013

¿Y tu antena?






Si hablamos de sonido humano, la idea de una antena equivale a ajustar la sintonía, la percepción. Para que la producción de nuestro sonido no sea como la “lluvia” y las rayitas de la televisión, la clave será bajar al cuerpo toda la información necesaria y asimilarla.

La experimentación abre las puertas de la percepción. Al cantar aplicaremos los códigos que hemos revelado.

¿Dónde venden esas antenas? Aunque parezca extraño, todos tenemos una incorporada pero no siempre la tenemos conectada al cuerpo (¡o al universo de la música!).

El primer punto es entender qué cosas debemos percibir. Las verdaderas dificultades no son cómo respirar o recordar los músculos, sino costumbres o pensamientos ocultos que nos impiden tener un buen desempeño.
Revisando esa lógica espontánea que nos complica, la experimentación derrotará a las creencias. Al comprobar los resultados veremos que aquello que nos perturbaba no era más que una interferencia en la señal.  La imagen se hará nítida y clara, y disfrutaremos de la película. Todo gracias a desempolvar la antena que teníamos arrumbada en el altillo.


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