¿A qué se debe el dolor en la garganta cuando cantamos? ¿Por qué nos quedamos frecuentemente sin voz?
Es paradójico, pero cuando hablamos, cantamos, o también cuando susurramos (en realidad, cuando realizamos cualquier actividad de sonido vocal), deberíamos distraer todo tipo de atención sobre la garganta, la nuca, el cuello, la voz. Es por una cuestión metodológica: si pensamos en mejorar la voz, no vamos nunca a tener buenos resultados si operamos sobre la voz misma. Debemos operar sobre las causas.
¿Qué hacer, entonces? Las cuerdas vocales, y más genéricamente, la garganta, son esos lugares donde sentimos la tensión, el dolor, e incluso disfuncionalidades como los nódulos o hiatus, pero son sólo el síntoma. Esa dificultad que vemos como el máximo problema, en realidad es sólo un alerta de que tenemos que hacer algo distinto de lo que venimos haciendo.
Eso distinto es cambiar la mira: ¡el problema no está en la voz! El problema está en cómo ejecuto mi instrumento. ¿Alguien se preguntaría por qué suena mal una guitarra si para tocar uso un trozo de alambre en lugar de mis manos? (La guitarra, si pudiera hablar, se quejaría del dolor.) Con la voz ocurre lo mismo: la voz es el sonido del instrumento, no el instrumento mismo. El instrumento es un conjunto de músculos y funciones (músculos de la espalda, de la zona abdominal, dosificación del aire, etc.) que sólo tenemos que poner en marcha de la manera adecuada según los resultados que queremos lograr (cantar bien, afinar, que no me duela, ampliar mi registro, mejorar el volumen, etc.).
Quitar la atención de la garganta no sólo es útil, sino que nos sacará un peso de encima. ¡No soy yo, es mi instrumento! Para poner otro ejemplo: cantar una canción desde la presión en la garganta, es como manejar hasta Mar del Plata con el freno de mano puesto.
Podemos tomar té de jengibre, usar bufanda todo el día o comer caramelos de miel, pero el problema no se irá si seguimos forzando la garganta. Cantar es posible, porque la llave está al alcance de todos: aprender a utilizar las herramientas que ya tengo, pero que no están desarrolladas en todo su potencial. ¡A animarse!
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