viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Quiero realmente ser un ídolo?



Una foto con mi ídolo vocal: El resultado que logró es lo mejor que se puede hacer. El sonido de su voz es único y la energía que le pone a todo lo que canta lo hace todavía mejor… Cuando quiero cantar sus canciones, no me salen igual que a él o directamente me salen mal. Él ya llegó: está ahí… y yo ni siquiera empecé.
 
Todos lo pensamos así alguna vez. Pero los primeros pasos en el entrenamiento nos muestran otra cosa, que no es lo que las emociones gritan. ¿Puedo ser mi propio ídolo? ¿Cómo salir del loop que me dice: "vos no podés"?


Muchos de nosotros sólo tenemos un trono para “el mejor” (por lo menos en nuestro imaginario). Entonces, si John X es el mejor cantante de todos los tiempos y me fascina y lo amo con locura y está ocupando ese lugar… está claro que no hay lugar para mí.

Si nos encanta escuchar a nuestro ídolo, escuchémoslo disfrutando y agradeciendo que exista.  ¿Qué necesidad tenemos de arruinar la experiencia sufriendo porque no somos como él/ella? Dediquemos esa energía a disfrutar lo que podemos lograr con nuestra propia voz.

Para poder habilitarnos internamente a buscar nuestro propio sonido y expresión es importante que podamos ver estas cuestiones, porque nos frenan inconscientemente. Nos condicionan.

Y ya que estamos, una pregunta “pinchuda”: ¿qué es lo que te atrae de ese ídolo? ¿Qué es lo que fascina? Animarnos a pensar que quizás nuestro héroe vocal no sea un buen cantante, ¿es posible? Vocalmente, entonces, probablemente podamos igualarlo y superarlo. Si luego de llegar a un nivel vocal y musical parecido todavía sigue siendo nuestro ídolo, será porque hay algo en su personalidad que nos atrae.

Pensar esto, ¿no alivia un poco?

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