Una foto con
mi ídolo vocal: El resultado que logró es lo mejor que se puede hacer. El
sonido de su voz es único y la energía que le pone a todo lo que canta lo hace
todavía mejor… Cuando quiero cantar sus canciones, no me salen igual que a él o
directamente me salen mal. Él ya llegó: está ahí… y yo ni siquiera empecé.
Muchos de
nosotros sólo tenemos un trono para “el mejor” (por lo menos en nuestro
imaginario). Entonces, si John X es el mejor cantante de todos los tiempos y me
fascina y lo amo con locura y está ocupando ese lugar… está claro que no hay
lugar para mí.
Si nos encanta escuchar a nuestro ídolo, escuchémoslo
disfrutando y agradeciendo que exista.
¿Qué necesidad tenemos de arruinar la experiencia sufriendo porque no
somos como él/ella? Dediquemos esa energía a disfrutar lo que podemos lograr
con nuestra propia voz.
Para poder
habilitarnos internamente a buscar nuestro propio sonido y expresión es
importante que podamos ver estas cuestiones, porque nos frenan
inconscientemente. Nos condicionan.
Y ya que
estamos, una pregunta “pinchuda”: ¿qué es lo que te atrae de ese ídolo? ¿Qué es
lo que fascina? Animarnos a pensar que quizás nuestro héroe vocal no sea un
buen cantante, ¿es posible? Vocalmente, entonces, probablemente podamos
igualarlo y superarlo. Si luego de llegar a un nivel vocal y musical parecido
todavía sigue siendo nuestro ídolo, será porque hay algo en su personalidad que
nos atrae.
Pensar
esto, ¿no alivia un poco?
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